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Shōbōgenzō

Vida y muerte

VIDA Y MUERTE · Extracto final del ensayo Shōbōgenzō Shinjin-gakudō, («El estudio de la Vía con el cuerpo y con la mente») · Eihei Dōgen

… El hombre de la Vía ve el universo entero en una partícula de polvo. No se trata de que el universo entero se encuentre dentro de una partícula de polvo. A veces, la sala de los monjes y la sala del Buda han sido construidas en una partícula de polvo; a veces, el universo entero ha sido contruido en una sala de monjes y en una sala del Buda.

El universo entero está construido sobre este principio, según el cual «el universo entero es el cuerpo real del ser humano«. No sigas los puntos de vista erróneos del naturalismo.

Puesto que no pertenece al reino de lo medible, el cuerpo real del ser humano no es grande ni pequeño. El universo entero en las diez direcciones es los ochenta y cuatro mil agregados que exponen el Dharma, los ochenta y cuatro mil estados de samādhi y los ochenta y cuatro mil dharanis.

Puesto que los ochenta y cuatro mil agregados que exponen el Dharma constituyen el giro de la rueda del Dharma, el lugar en el que gira la rueda del Dharma es la totalidad del universo y la totalidad del tiempo. No se trata de un espacio infinito e ilimitado: se trata del cuerpo real del ser humano. Ahora, tú  y yo somos el cuerpo real del ser humano, que es idéntico al universo entero en las diez direcciones. Estudia la Vía sin olvidar esto.

Dado que, instante tras instante, continuamos abandonando el cuerpo y recibiendo el cuerpo -ya sea durante tres grandes eones, trece grandes eones o durante una infinidad de eones-, estudiar la Vía en el instante presente consiste en estudiar la Vía a través de la acción y a través de la no-acción.

Hacer postraciones y unir las palmas de las manos son formas móviles y fijas de un comportamiento digno. Cuando se pinta la imagen de un árbol marchito, o cuando se pule una teja de cenizas muertas, no debe haber la más mínima pausa.

Los días son cortos y pasan fugazmente, pero el estudio de la Vía es profundo y eterno. Aunque el viento de la desolación sopla en la morada de aquellos que han renunciado a sus familias para hacerse monjes, nadie debería confundirlos con leñadores. Aunque su plena actividad les hace semejantes a campesinos, nadie debería confundirlos con unos labriegos. Que nadie los juzgue como ilusos o como iluminados, como buenos o como malos. No caigáis en la trampa de lo correcto y lo erróneo, de lo verdadero y lo falso.

«La vida y la muerte, el ir y el venir son el cuerpo real del ser humano«. Vida-y-muerte es el lugar en el que se extravían los seres comunes y, al mismo tiempo, el lugar en el que se liberan los sabios. Hay muchas formas de percibir la «vida-muerte«. Unas son propias de los seres comunes y otras de los que trascienden la «vida-muerte«. No obstante, todas ellas son la expresión del «cuerpo real del ser humano«. Por eso no debemos temer la «vida-muerte«.

La razón por la que no debemos temer la vida-muerte es que la muerte ya está contenida en la vida y la vida ya está contenida en la muerte. La vida no impide la muerte y la muerte no impide la vida. La gente común no conoce la vida ni la muerte. Cree que la vida es como un cedro y que la muerte es como un hombre de hierro. Sin embargo, el cedro está limitado por su condición de cedro, mientras que la vida nunca está limitada por la muerte, razón por la cual tenemos la posibilidad de estudiar la Vía. No es que la vida sea primero y después venga la muerte. La muerte no se opone a la vida y la vida no depende de la muerte.

El maestro Zen Yuanwu Keqin dijo una vez:

«La vida es la manifestación del dinamismo universal.
La muerte es la manifestación del dinamismo universal.
Colmando la totalidad del espacio,
la conciencia pura es siempre instante tras instante«.

Considera y examina tranquilamente estas palabras. Aunque el maestro Zen Engo dijo esto, todavía no sabe que la vida-muerte se encuentra más allá del dinamismo universal.

Cuando estudias el-ir-y-venir a través de la experiencia, encuentras vida-muerte en el ir y encuentras vida-muerte en el venir, encuentras ir-y-venir en la vida y encuentras ir-y-venir en la muerte. El ir-y-venir son como dos alas, con las cuales el universo entero vuela hacia delante y hacia atrás; son como dos pies con los cuales el universo entero avanza y retrocede.

Ora cabeza, ora cola, el cuerpo real del ser humano es la visión de que el universo entero, e incluso un simple átomo, es «vida-muerte«. En las tierras llanas hay farallones de mil metros de altura. Y en los farallones de mil metros de altura hay llanuras. El continente meridional y el continente septentrional tienen sus propias características; cuando examinas sus característias reales estás estudiando la Vía.

Están los huesos y la médula del estado «ni percepción ni no-percepción». Solo cuando aprendes a trascender la tendencia a manipular deliberadamente tu percepción, puedes estudiar la Vía.

Créditos: Véase Libros Recomendados «Shōbōgenzō» Eihei Dōgen.

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