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Meditar y la ley según Vimalakīrti

Meditar y la ley según Vimalakīrti · Extracto del capítulo III ‘Los discípulos’ del Sutra de Vimalakīrti

Vimalakīrti se acercó a Śāriputra y le dijo: ‘El estar ahí sentado sin más no es, por fuerza, lo mismo que meditar’.

Meditar es no manifestarse ni en cuerpo ni en espíritu en los tres mundos: eso es meditar; meditar es manifestar con gesto digno [en los actos de la vida cotidiana] sin abandonar el grado más alto de concentración; meditar es manifestarse en todas las actividades propias del común de las gentes sin abandonar la práctica que conduce al nirvāṇa; meditar es no mantener la mente recluida en el interior ni diseminada por el exterior; meditar es cultivar las treinta y siete cualidades que conducen a la iluminación sin rechazar [la existencia de] las [propias] visiones erróneas; meditar es entrar en el nirvāṇa sin romper con las aflicciones. Si logras meditar de esta manera, obtendrás el sello de buda.

La ley ha de ser predicada de acuerdo con lo que predica la ley.

En la ley no existen los seres vivientes, pues la ley descarta la falsa idea de la realidad del ser viviente; en la ley no existe el yo, pues la ley descarta la falsa idea del yo; en la ley no existe la edad, pues la ley descarta el nacimiento y la muerte; en la ley no existe la persona, pues la ley rompe con los límites del antes y el después.

La ley se halla en eterna quietud, pues ha eliminado las apariencias de las cosas; la ley es ajena a las formas, pues no tiene causas condicionantes; la ley no tiene nombres, pues se ha librado del lenguaje; la ley no tiene expresión, pues descarta toda intelectualización; la ley no tiene forma ni sustancia, pues es como el espacio vacío; la ley no incurre en palabrería huera, pues descansa en el vacío definitivo; la ley no tiene proyección externa, pues descarta toda ligazón con el yo; en la ley no existe discernimiento, pues descarta toda percepción [obtenida a través del conocimiento]; la ley es incomparable, pues no depende de nada; la ley no se sustenta en causas primarias, pues no descansa en causas secundarias.

La ley es igual que la naturaleza verdadera de todas las cosas, pues penetra en todos los dharma; la ley se conforma a la realidad primordial de todas las cosas, pues no se conforma a nada; la ley mora en la región de la realidad última de todas las cosas,  pues no es alterada por [cuanto ocurre más allá de] sus confines; la ley no experimenta alteración o agitación, pues no descansa en las seis impurezas producidas por los órganos de los sentidos; la ley no tiene ádonde ir ni de dónde venir, pues carece de residencia perpetua.

La ley fluye con el vacío, se ajusta a la ausencia de formas y carece de intención; la ley descarta [la distinción] entre lo bueno y lo malo; en la ley no existe aumento o disminución; en la ley no existe el nacimiento o la extinción; en la ley no existe sumisión a cosa alguna; la ley trasciende la vista, el oído, el olfato, el gusto, el tacto y la mente; en la ley no existe lo superior o lo inferior; la ley es permanente e inamovible; la ley descarta toda contemplación.

Explicar la ley va más allá de su simple predicación o proclamación, y comprenderla, más allá de su simple audición o percepción. La ley hay que predicarla, por poner una comparación, con el mismo espíritu con que un mago la predicaría a otros magos. Mas, antes de predicarla, es necesario comprender que unos tienen mayor capacidad intelectual que otros, disfrutar de una percepción [de la realidad] carente de obstáculos y albergar sentimientos de gran compasión, para así honrar las enseñanzas del Gran Vehículo, reconocer el favor de buda y no desligarse de los tres tesoros.’

Cuando Vimalakīrti predicó la ley de esta manera, ochocientos practicantes laicos hicieron propósito de alcanzar la anuttara samyaksambodhi

Créditos: Véase Libros Recomendados «Sutra de Vimalakīrti».

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